viernes, 1 de julio de 2016

LA VEZ QUE CASI ME MUERO

Quizás fui demasiado dramático con el título de esta historia -puede pasar, a veces exagero-, sin embargo dicha historia puede serles interesantes. Esto ocurrió cuando estaba en cuarto año de la High School  secundaria. Era un día normal como cualquier otro, disfrutando de lo que hacía siempre: jugar al truco en medio de la clase junto con mis compañeros de alrededor que eran igual o más vagos que yo y me llevaban por el mal camino (que es un camino de ida y nunca de vuelta). Teníamos tal vicio por las cartas que no concebíamos la idea de dejar de jugar para prestar atención a las materias que se estaban dictando, llámense: matemáticas, física, química, literatura, etc. ¿Raro? It's fucking great

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La clase iba a finalizar, pero minutos antes de irnos del salón me sucede algo horrible, me sentí mal, mi organismo pedía a gritos ir al baño, mi aparato excretor no lo iba a poder soportar. Mi diagnóstico: fuerte diarrea, era lo más lógico. Uno piensa que tranquilamente podía salir corriendo directo al baño, pero no. Cada día antes de irnos teníamos que formar fila ante la mirada de nuestro preceptor en el patio junto a los demás cursos del colegio y esperar que bajen la sucia bandera como señal de fin de jornada, era obligación sino castigo. Y eso tomaba unos 10 o 15 minutos dependiendo de que todos los cursos estén en dicho patio formando como corresponde, si uno era impuntual había que esperarlo. 

Ese día se tardó mas de la cuenta con todo ese protocolo de mierda, era fecha patria había que cantar el himno, escuchar las palabras de la directora sobre no sé qué asunto del pasado y bla, bla, bla.  Estaba agonizando, más de media hora esperando ir al baño para poder defecar es horrible. Ya no se podía aguantar, deseé no hacerme encima porque eso sí sería nefasto, me convertiría en el hazmerreír del cole y sujeto de una triste anécdota para recordar por siempre. 

Logré soportar toda esa presión, una vez que todos se empujaban como zombies para salir e irse a sus casas, di media vuelta, ahora sí: mi objetivo era llegar al baño con la ropa interior limpia. No tuve tiempo de despedirme de mis amigos, lástima que uno de ellos quería que lo saludase se pasó de gracioso y me propinó un inexplicable golpe de despedida justo en la zona menos deseada: el estómago. "Chau, nos vemos" me dijo sonriendo, ¿se supone que era una broma? El tipo nunca pensó que me sentía mal, ¿además qué necesidad de darme ese golpe? 

El jodido golpe no hizo más que acelerar mi agonía a niveles extremos, corrí con todas mis fuerzas, empujando a quién tuviese en mi camino. Llegué al baño y zafé de hacerme encima por unos milisegundos. Estuve sentado en el inodoro casi cuarenta minutos... dejé la vida. Me sentí mejor luego de mi duro trámite. Uno creería que mis problemas terminaron ahí, pero no, se equivocan; las puertas del baño yacían cerradas. Ahora me encontraba encerrado en el baño, no había nadie más que mi desafortunada humanidad y se tardarían un buen tiempo en abrirme, pero esa... esa es otra historia. 

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