lunes, 30 de marzo de 2015

ALL I WANTED WAS A PEPSI




                                                                      "Robar es malo..."                                

Anónimo    





Sucedió por accidente. Una tarde de verano caminaba desapaciblemente por la Avenida Corrientes, acababa de hacer algunas compras, hacía un calor para matarse. Yo como de costumbre andaba bastante abrigado. No la pasaba bien. Me surgieron ganas de beber algo, tenía mucha sed. Hundí mis dedos en los bolsillos, no tenía nada de dinero. "Ok, tendré que cagarme de calor", pensé. Necesitaba una Pepsi. ALL I WANTED WAS A PECSI, JUST ONE PECSI.

Seguí caminado hasta que me topé con un mendigo, con un homeless (esos que salen en Youtube recibiendo dinero de un pendejo con ganas de tener un poco de fama). Me quedé mirándolo. El sujeto era viejo y peludo, dormía en un colchón todo roto y sucio, su olor era repugnante, ¡puajj! Pero lo importante es que a un costado de él, vi un frasco con monedas y varios billetes. Me tenté. "¿Que tal sí... le robo la recaudación al linyera?", "¿Pero Dios me castigará por ello, no?" lo estaba meditando. Me daba cosa, pero era la manera más fácil de conseguir fast money

Ya que el indigente seguía durmiendo, me acerqué a él y decidí sustraer un poco (un poquito) de sus finanzas. Agarré un billete de 10 pesos y salí corriendo de la zona. Ya no estaba en peligro. Nadie me había visto. Objetivo alcanzado. Era el momento de mantener la mente fría y comprar la Pecsi que tanto anhelaba. No tenía nada que cuestionarme, lo hice por una necesidad, está bien justificado. 

*



Al día siguiente (no les voy a mentir) me pesaba la conciencia, así que salí de mi casa con ganas de redimirme, fui hacia la Avenida Corrientes, tenía que encontrar de vuelta al pobre mendigo, no me sentía bien, me había convertido en una basura, mis papis no me educaron para que tenga ese comportamiento tan reprobable. Por suerte lo volví a ver, el pobre dormía como la última vez, me preguntaba si se dio cuenta que le habían robado 10 pesos. Ojalá que no. Igual no me importaba, me acerqué  él y esta vez le dejé en su frasco todas las monedas que tenía en mis bolsillos, en total debía tener 75 centavos más o menos. El mendigo siempre durmiendo, nunca supo de mi existencia. Me sentí muy feliz con mi buena acción. Me reivindiqué totalmente. 


                                                                                               


QUE DIOS OS BENDIGA, ¡HASTA LA PRÓXIMA!