Sucede que hace unos seis meses conocí una atractiva fémina vía Facebook, ¿cómo sabía que era atractiva? Fácil campeón: yo soy hábil stalkeador, soy un detallista de la gran puta. Razón que: luego de analizar minuciosamente su álbum de fotos -me excité tanto que casi mancho mi sensual boxer con una sustancia viscosa color blanca proveniente del orificio de la uretra que hasta ese momento desconocía- le envíe una solicitud de amistad, tardó un par de semanas pero terminó aceptando la solicitud (estaba ante mi gran chance). A la primera que noté que estaba conectada al chat le envíe un mensaje, he aquí la conversación:
- Hola lincesa... ¿da para darse? :)
- ¿Y vos quién sos?
- Disculpe señorita, olvidé presentarme: yo soy Ciber Inadaptado, soy blogger.
- ¡¿Eh?! ¿Quién te conoce papá?
- ¿No le gustó mi estilo?
- Get a life boy!
- Perdone madame, pero no entendí, no cazo el inglés o_O
- QUE SOS PUTO!!!
5 segundos después se desconectó del chat. Al día siguiente le volví a hablar pero la chica fue más cortante con la conversación y los otros días posteriores ni hablar. Llegó un momento en que no me respondía ni siquiera un simple emoticón con la carita feliz. Lejos de ponerme triste, pensé una brillante idea: dejaría pasar tres semanas, no le hablaría ni en pedo; quizás con eso lograría que ella me extrañe e ipso facto mandarme aunque sea un simple mensajito. ¿No soy un genio?
Pasaron tres semanas, no recibí ni un mensaje de parte de la chica. Pasó un mes, nada. Pasó otro mes, nada de nada. Le envíe como 100 mensajes -era una actitud de pendejo insoportable, lo sabía-, y me aseguraba al menos algún insulto de su parte -eso creía-. Lamentablemente, yo... eh... la cagué. No me respondió, me bloqueó directamente. Fue el peor día de mi joven vida. Mi vida virtual no volvió a ser la misma.
Ando con depresión a partir de aquel suceso y para peor: no puedo vivir sin consumir mis dosis de Fluoxetina diaria.
